La angustia puede algunas veces ganarte la batalla, sientes la opresión que llena tu pecho y todo parece tornarse oscuro. Pero Dios nos prometió que aun en momentos de angustia, en los cuales tu alma se encuentra abatida, puede haber paz, la cual supera todo lo que sucede en nuestro alrededor.
Comienzo la semana orando a ti, madre, te pido por la paz de mi alma, porque estoy abatido y en desconsuelo. La vida se ha coloreado entre sombras, mi corazón palpita en forma callada, solamente puedo mirar al cielo buscando consuelo.
Madre, quiero que la paz llene mi corazón, porque ya no puedo mas, no existen palabras para expresar lo que siento. Por eso clamo a ti, en el silencio que abate, que se escurre en mi ser como agua entre las grietas.
En el cielo veo tus colores, que son en azul infinito, y clamo, lloro, porque, aunque la semana sea difícil, tú estarás conmigo sin importar donde vaya. Cuando observo las estrellas sé que estás allí, y eso me da esperanzas.
Coloco este lunes en tus manos, el día de los comienzos, quiero que empiece contigo, con tus palabras que son amor, con tu presencia que es consuelo y miel a mis labios. Virgen amada, dale paz a mi ser, te lo ruego desde lo mas profundo de mi corazón.
Todos mis proyectos, sueños, deseos, en ti los coloco, porque quiero y espero se hagan realidad. Eres verdad y vida, en tu manto celeste mi refugio está, en el brillo de tus ojos que son belleza y amor.
Clamo a ti, Madre, dale paz a mi corazón, quita la angustia que me devora como león rugiente entre las sombras, allí donde la luz de mis deseos no puede llegar. Mis lágrimas me han hecho como a un pilar salobre.
Perdí muchas veces la esperanza, pero en ti he encontrado alivio, como el sediento que encuentra un oasis mientras va caminando en medio de un desierto yermo, sin agua y vida, sin color, en medio de la arena.
No te olvides de mí, Madre, dame la bendición de los nuevos comienzos, en ti he confiado, no me desampares.
Amén.
En los días malos puedes tener la certeza que Dios está contigo. Maria, llena de calidez el frio de tu alma, brindándote reposo. Cuando la angustia se vuelve continua puedes confiar, sentir que mañana será mejor, porque no estás solo, hay un camino de luz delante de ti, ¡ten confianza y fe!